EL AGUA EN EL HIERRO

J.M. Navarro y C. Soler

1995

Comenzaron en 1988 y duraron hasta 1990. En ellos José Manuel Navarro Latorre visitó los pozos de El Valle de El Golfo, sobre todo los situados cerca del pie del acantilado, tales como La Frontera, Tigaday y Los Llanillos. En este último descubrió gracias a los fósiles de conchas encontrados en la galería de fondo del pozo, la existencia de una antigua playa; en el primero intuyó que lo que todos creían que era un piedemonte en los últimos metros del pozo, en verdad era un mortalón y en el de Tigaday confirmó sus intuiciones. El reconocimiento geológico de la pared del acantilado en la zona de Las Lapas y Pie del Risco, de nuevo le confirmó la existencia de un mortalón en una vieja cantera de extracción. Todos estos datos, junto con el reconocimiento geológico en superficie de la zona situada entre Tiñor y San Andrés y la del Valle de Las Playas, le confirmó lo que ya venía intuyendo: el valle de El Golfo era la depresión formada por un gigantesco deslizamiento gravitacional. Esta teoría, confirmada por la batimetría costera y por la realizada posteriormente por el buque oceanográfico Hespérides, revolucionó la geología e hidrogeología de la isla de El Hierro, explicando entonces la presencia de aguas de excelente calidad bajo la Meseta de Nisdafe y aguas contaminadas por emanaciones volcánicas para el resto del acuífero insular. El descubrimiento de este proceso geológico catastrófico y su demostración en El Hierro, sirvió para definir otros de estos procesos en las restantes islas del archipiélago.